martes, 25 de abril de 2017

Tocqueville, Revolución e Islam

Encuentro la cita en Burleigh al que, por cierto, me había conducido la lectura de Jiménez Lozano. Junta al viejo y nuevo enemigo de la civilización cristiana:

Debido a que la Revolución parecía estar luchando por la regeneración de la especie humana más aún que por la reforma de Francia, encendió una pasión que no habían sido capaces de producir jamás las revoluciones políticas más violentas. Inspiro conversiones  y generó  propaganda. Así, al final, adoptó aquella apariencia de una revolución religiosa que tanto asombro causaba a los contemporáneos. O se convirtió, más bien, en un nuevo género de religión ella misma, una religión incompleta, bien es verdad, sin Dios, sin ritual y sin vida después de la muerte, pero una religión que sin embargo, como el islam, inundó la tierra con sus soldados, apóstoles y mártires.


Nicolás Gómez precisa que es una religión sin Dios en cuanto proclama a la Humanidad y, en definitiva,  al hombre como nuevo dios que convierte el mundo en una caricatura del Paraíso; Voegelin no estaría da acuerdo en eso de que no hay rituales. Son una copia, un remedo, una caricatura, como pasa con todos los que han desritualizado el cristianismo.

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