“Pero también han
llegado,
en la dorada
plenitud de ese instante,
las fieles señales
que, a mi favor,
rescatan cada día el
ávido tributo de la tumba:
mi padre que juega
billar en el café “Lion D’Or”” de Bruselas…
la voz de Ernesto
enumerando la sucesión de soberanos sálicos,
la contenida, firme,
insomne voz de Gabriel en una sala de Estocolmo,
Nicolás señalando las
virtudes de la Prosa de Taine,
No hay comentarios:
Publicar un comentario