martes, 7 de febrero de 2017

Sobre Carvajal y Hue. necrológica en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.

Discurso leído por el Secretario General Don Félix de Llanos y Torriglia en la Sesión inaugural del curso de 1899- 1900. Celebrada el 20 de enero de 1900.
Madrid Tipografía de los hdos de M.G. Hernandez (1900)
P 26
Mas si nuestro Estado Mayor se enriqueció recibiendo en sus cuadros a Diez Marcuso, dos nombres muy ilustres, hay, por desgracia, que borrar de ellos: Los nombres de D José de Carvajal y Hué y D Vicente Romero Girón. Académicos de Mérito ambos ex Presidentes los dos de la Corporación, jurisconsultos eminentes uno y otro, la Academia les tributó en su entierro homenajes extraordinarios.
La vez primera qeu yo pisé estos umbrales os presidía D José de Carvajal y celebrabais un ensayo de juicio oral y público en lo criminal, preliminar de la instauración de ese procedimiento en el sistema español de enjuiciar. La deuda de gratitud que con Carvajal contrajisteis  entonces, y mas aún la que reconcisteis en su favor por la peritísima organización y dirección del Primer Congreso Jurídico Español la pagasteis confiriéndole el título de Académico de Mérito que   el ostentaba siempre como uno de los más preciados  entre muchos de que podía ufanarse. Artista de la palabra, pensador profundo, erudito sin afectación, probo y cortés, el Sr Carvajal no tenía un enemigo. (p 27) Entre nosotros fué, más que un Presidente, un compañero propicio siempre a poner su saber y su valimiento al servicio del cargo que desempeñaba.
Republicano, no tuvo reparo en afrontar , no tuvo reparo en afrontar las críticas de sus correligionarios presidiendo esta Academia honrada con el dictado de Real, y reanudando la antigua práctica de celebrar con funciones religiosas la fiesta de la Purísima. Verdad es que  Carvajal era un creyente, verdad también acaso que, allá en el fondo de su alma, Carvajal era un adorador de prestigios históricos, de las instituciones conservadoras, de cuanto fuera orden, armonía, belleza fastuosa. El no habló aquí, muy elocuentísimamente, de la influencia del azar en la vida.
 ¡ Sabe Dios si el azar le hizo a él liberal y ministro de una República!

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